10.01.2012

De 23 a 46 en un segundo

Toda una vida por el desagüe.
La escena se deshace lentamente, se va desplazando hacia el suelo como si de un helado sometido al calor se tratase. Acaba fundiéndose en el suelo, creando un amasijo sin ton ni son pero con banda sonora. Eso sí. Siempre.

Hay una figura en una esquina de la habitación. Puede verse su pelo reflejado en los pequeños azulejos blanquecinos que rodean el espacio. Está sentada en el suelo. Los pies descalzos de uñas rojo sangre se aferran a la alfombra del baño como náufragos a un bote salvavidas, las rodillas permanecen unidas en un abrazo que termina en un extremo también de color satén, también brillante, también artificial. Extremo perteneciente a un objeto pequeño, alargado, sujeto entre los dedos crispados, mancillados, muertos de vergüenza. Y se oye su respiración acompasada a la melodía que llega desde otra habitación: "when there's dirt beneath the dirt". Inspiración. Espiración.

En un suspiro, levanta la cabeza y sostiene el objeto en posición horizontal sobre sus ojos. Pozos sin fondo de lágrima fácil."You've got to dance little liar" y la voz del cantante ahoga el suspiro que exhalan sus labios, suspiro cargado de ese aire que proviene del fondo del alma y no del intercambio oxígeno-dióxido de carbono. Se acabó tal trueque químico, ya no es relevante. Todo se desenfoca, se dilata, el corazón se para y sólo queda al final, un repiqueteo tan tenue como el aleteo de una mariposa. Proviene de las entrañas de la mujer hecha abrazo. Repiqueteo envuelto en mil cuidados, fruto de un mal día, cuatro copas y quién recuerda ya que más locuras.
La escena se oscurece porque ella cierra los ojos. Pero incluso en esa oscuridad, las dos rayas permanecen intactas en la retina. Lo que se llama "imagen residual" en neurociencia es un "positivo" para el resto de mortales.

Y la dejamos allí tirada, envuelta en sus pensamientos, abrazada por la canción que acaba en la sala contigua. Seguro que llegará otra, y después otra y, al acabar las 12 que componen el álbum, ella ya estará dormida. Para siempre, como siempre (bendita redundancia) quiso.

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