10.19.2011

Paradise


¿Alguna vez hemos pensado seriamente qué es el Paraíso?

Dejando a un lado posibles vertientes religiosas, cada uno y cada una tenemos nuestra propia visión, nuestro icono personal -tal y como diría mi profesor de Lingüística-...Así, es posible que para Shakespeare, el Paraíso fuese pasar una noche en brazos de ese joven misterioso al que amaba en secreto y al cual sólo pudo ofrecer la eternidad en 126 sonetos; o quizás para Beethoven habría sido poder haber escuchado alguna de sus maravillosas piezas.
Pero, contrastándolo genéricamente, el Paraíso suele asociarse con un paisaje idílico bañado por el Mar Caribe, posiblemente en una playa de arena fina,suave y blanquecina, refugiada por un mar transparente a la par que turquesa. En un ambiente de serena soledad, con el infinito en el horizonte, sin preocupaciones, con los pulmones a rebosar de libertad.
¿Es eso realmente el Paraíso?

Yo aún recuerdo un domingo lluvioso, pongamos de Octubre o quizás Noviembre. Las hojas secas, amarillentas y marrones, cubrían el suelo y las gotas caían, una tras otra, sin detenerse, como con prisa.
Y tanta prisa tenían, que dejaron paso a los truenos, y la electricidad iluminó el cielo.
Aún recuerdo como, encogida sobre el sofá, refugiada en una manta infinita, con el sabor del café aún en los labios, miraba por la ventana y, sobrecogida, observando la tormenta pensaba: es inmensamente hermoso.

Aún recuerdo la primera -espero que no sea la última- vez que tuve el placer de oír mi canción favorita en directo. Allí, embutida entre 89.999 personas, con 40º y a punto de deshidratarme, oí los primeros acordes y pensé: es el día más feliz de mi vida.

Así pues, si yo, que soy una ínfima parte de esta voluptuosa sociedad en la que vivimos y tengo mi propia opinión sobre el Paraíso, ¿no es también igual de considerable la posibilidad de esta situación sobre otros? Y, de ser así, ¿de dónde viene la generalización? Tal vez por la economía de la mente, para que no pensemos más de lo debido.

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